Venezuela, un país petrolero inmensamente rico, lleva más de dos décadas atrapado en la peor crisis económica y humanitaria del hemisferio occidental. No es casualidad. El llamado Socialismo del Siglo XXI solo ha dejado lágrimas, sangre y miseria.
De ser conocida como la “Suiza de Sudamérica”, gracias a una democracia vibrante y al auge del petróleo, la llamada “Tierra de Gracia” ha visto su PIB desplomarse en más de un 70 %, mientras la hiperinflación convirtió su moneda en papel sin valor. La catástrofe ha obligado a cerca de 10 millones de venezolanos a emigrar, en la mayor diáspora en la historia moderna de América Latina. Los que se fueron eran, en su mayoría, jóvenes, profesionales y emprendedores: un capital humano que hoy hace prosperar a otros países.
Sin embargo, en este 2025, Venezuela se asoma a un momento de cambio. El PNUD estima que la economía cerró 2024 con un modesto crecimiento del 3,5 % —insuficiente, pero un pequeño giro tras años de colapso. Todo el país espera la juramentación del presidente Edmundo González Urrutia y la conformación de un equipo de gobierno que incluya figuras meritocráticas y comprometidas, como María Corina Machado en política exterior, acompañados quizás por Magaly Meda o Pedro Urruchurtu en la vicepresidencia.
La gran pregunta no es si Venezuela puede recuperarse, sino cuándo y cómo. Y la respuesta está en el ejemplo de otras naciones: el camino es la libertad económica, la protección de la propiedad privada y la creación de un entorno favorable para la inversión y la competencia. No será fácil, pero es posible.
Cómo el socialismo destruyó la prosperidad venezolana
La transformación de Venezuela —de potencia petrolera a Estado fallido— fue el resultado de décadas de políticas socialistas: nacionalización masiva de empresas privadas, control de precios, aniquilación del sistema financiero, corrupción galopante y destrucción institucional.
El control de precios desincentivó la producción, generando escasez crónica de alimentos y medicinas. Las expropiaciones ahuyentaron la inversión y liquidaron el conocimiento empresarial acumulado. La industria petrolera, antes orgullo nacional, fue arrasada por la mala gestión.
La corrupción, sin frenos democráticos, desvió miles de millones de dólares. La emisión descontrolada de dinero sin respaldo productivo provocó una hiperinflación que pulverizó los ahorros de la población. La economía venezolana pasó a depender de las remesas de su diáspora y de la dolarización informal que se extendió por necesidad, no por diseño.
Lecciones de éxito en América Latina
Frente al colapso venezolano, otros países de la región muestran que sí se puede salir de crisis profundas mediante reformas de mercado.
Chile, en los años 70, enfrentaba hiperinflación y desempleo. Las reformas económicas —privatización, apertura comercial, sistema de pensiones basado en capitalización, protección de la propiedad— transformaron su economía en la más competitiva de Sudamérica. Chile creció más del 4 % anual durante tres décadas y logró reducir drásticamente la pobreza.
Colombia, a pesar de sus conflictos internos, mantuvo estabilidad macroeconómica, atrajo inversión extranjera y modernizó su economía con políticas fiscales responsables. Hoy es un destino clave para la inversión en la región.
Perú, tras la crisis hiperinflacionaria de los años 90, abrió su economía, estabilizó las finanzas públicas y atrajo capitales, sobre todo en minería y servicios. El resultado: dos décadas de crecimiento acelerado y reducción de la pobreza.
Estos ejemplos demuestran que el éxito económico en América Latina es posible cuando se apuesta por el libre mercado.
Estrategias de libre mercado para Venezuela
La recuperación venezolana exige una estrategia integral y sostenida:
Estabilización macroeconómica: Es urgente instaurar un Banco Central independiente, eliminar el financiamiento monetario del déficit fiscal y establecer metas claras para controlar la inflación.
Liberalización de precios y tipo de cambio: Eliminar los controles que distorsionan la economía. Aunque los ajustes serán duros a corto plazo, restaurarán los incentivos a la producción y estabilizarán los mercados.
Privatización: Reintegrar al sector privado en servicios básicos, energía, telecomunicaciones e industrias estratégicas, bajo marcos regulatorios que garanticen eficiencia y competitividad.
Reforma institucional: Simplificar los trámites para crear empresas, proteger derechos de propiedad, instaurar tribunales comerciales confiables y eliminar la maraña burocrática que hoy espanta a los inversores.
Apertura comercial: Venezuela debe integrarse a los mercados internacionales. Más allá del petróleo, tiene potencial en minería, agricultura y turismo. La firma de acuerdos internacionales y la eliminación de barreras arancelarias permitirán a las empresas locales crecer y acceder a tecnología de punta.
Un futuro posible y urgente
Los recursos naturales y humanos de Venezuela están intactos: las mayores reservas petroleras del mundo, minerales estratégicos, tierras fértiles y un pueblo emprendedor que ha demostrado su resiliencia en las peores circunstancias. Lo que falta es un marco institucional que permita traducir ese potencial en bienestar real.
El camino del libre mercado no es solo una opción: es la vía necesaria para rescatar a Venezuela del colapso. Si existe voluntad política, las lecciones de Chile, Colombia y Perú muestran que la transformación es posible en un plazo relativamente corto, incluso en cinco años.
Además, la recuperación de Venezuela tendrá un efecto multiplicador en la región: una Venezuela próspera impulsará la estabilidad y el crecimiento en América Latina, abrirá oportunidades de inversión para empresas internacionales y demostrará al mundo que es posible revertir el desastre del socialismo con valentía y visión.
Cada día que pase bajo el viejo modelo de miedo, muerte, miseria y continua destrucción, es un día perdido. Venezuela puede y debe resurgir. Y su futuro —si elige la libertad económica— puede ser más brillante de lo que hoy nos atrevemos a imaginar.
PD: Si quieren saber la verdad a fondo, compren el libro de la Embajadora Virginia Margarita Contreras de García Machado. Chávez de frente y de perfil
X: @dduzoglou
E-mail y PayPal: dduzoglou@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario