En la actualidad, muchos países enfrentan una crisis de valores democráticos marcada por la apatía ciudadana y la desconfianza en las instituciones. Esta crisis es más notable cuando se trata de Latinoamérica y Venezuela es simplemente un caso de estudio complejo. Según Latinobarómetro (2023), solo el 42% de los latinoamericanos confían en la democracia y si nos trasladamos a nuestra Venezuela, la última encuesta de Meganálisis revela que el 80.3% de los venezolanos creen que a Nicolás Maduro y a su “gobierno” no les importa el bienestar de los venezolanos, lo que refleja una profunda desilusión colectiva y un hartazgo general.
La erosión de los valores democráticos no es un fenómeno nuevo que se ha agudizado por factores como la corrupción, el autoritarismo y la desinformación. En Venezuela, el índice de participación electoral se desplomó del 79% en 2013 a menos del 40% en procesos recientes. Sin confianza en las instituciones, los ciudadanos se sienten ajenos a sus responsabilidades y derechos lo que simplemente debilita la gobernabilidad y la cohesión social.
Frente a este panorama desolador, emerge una propuesta tan genial como inesperada: la gamificación. ¿Y si jugar pudiera ser una herramienta para recuperar los valores democráticos en Venezuela en el momento en que nuestro Presidente legítimo Edmundo González Urrutia regrese a Venezuela? ¿Y si aprender derechos y deberes pudiera ser tan motivador como ganar una partida e ir pasando de niveles hasta ser un ciudadano ejemplar, prospero y realmente libre?
Ante estas preguntas debemos entender cómo puede la gamificación ser una solución. Lo primero que hay que saber es que la gamificación es una técnica que aplica elementos de juego (imagínense una app como Duolingo)—donde existen puntos, recompensas, desafíos y narrativas—en contextos no lúdicos. Utilizada estratégicamente, la gamificación puede motivar conductas, reforzar aprendizajes y fomentar la participación. En un mundo saturado de estímulos digitales, hablarle a los ciudadanos en el lenguaje del juego puede ser la llave para reactivar su compromiso democrático, especialmente en un país que pronto renacerá de las cenizas como nuestra Tierra de Gracia, Venezuela.
Un ejemplo de gamificación es el programa “Democracy Lab” en Estados Unidos, donde los participantes simulan ser legisladores y aprenden cómo funciona el Congreso. Otro caso exitoso es “Budget Hero”, una plataforma que permite a los ciudadanos diseñar presupuestos estatales mientras comprenden el impacto real de sus decisiones. Estos modelos no solo educan: empoderan.
Un estudio del MIT Media Lab encontró que los sistemas gamificados aumentan en un 60% la retención de conocimientos y duplican los niveles de participación. Aplicado a la educación cívica. Este enfoque puede transformar el tedio en entusiasmo y el desinterés en liderazgo.
Principios fundamentales de la gamificación
Entre los principios de la gamificación tenemos:
- Progresión y recompensas: premiar cada avance cívico con logros visibles.
- Narrativas envolventes: sumergir al ciudadano en historias que simulan dilemas democráticos reales.
- Colaboración social: fomentar el trabajo en equipo, el debate y la empatía.
Un ejemplo lo encontramos en España, donde el videojuego de “El Ministerio del Tiempo” fue adaptado para enseñar historia y política, con un éxito rotundo entre jóvenes. En Taiwán, vTaiwan, permite a los ciudadanos intervenir en procesos legislativos antes de que lleguen al Parlamento. Estos ejemplos demuestran que la gamificación no es un simple adorno tecnológico, sino una poderosa estrategia pedagógica de empoderamiento ciudadano.
Beneficios de aprender jugando
El aprendizaje lúdico no solo es más atractivo, también es más duradero. Investigadores de la Universidad de Stanford revelan que los entornos gamificados estimulan la dopamina, lo que mejora la memoria, la motivación y el pensamiento estratégico.
Al llevar estos principios al campo democrático y cívico, no solo se logra que los ciudadanos comprendan el proceso democrático y cuáles son sus derechos y deberes, sino que estos principios ayudan a que los ciudadanos se apropien de estos. Se pueden simular elecciones limpias, crear constituciones virtuales o debatir sobre leyes en escenarios digitales sin consecuencias en el mundo real, pero se puede producir un fuerte impacto en la formación democrática y de valores de libertad. Aprender jugando promueve y refuerza la empatía, el sentido de justicia y el pensamiento crítico: pilares fundamentales de cualquier democracia avanzada.
El papel de la educación en la reconstrucción democrática
Una democracia sólida comienza en las aulas. La educación cívica, desde la infancia, es clave para formar ciudadanos conscientes, críticos y participativos. Pero los métodos tradicionales muchas veces aburren o desconectan a los estudiantes de los problemas reales de su país. Aquí, es donde la gamificación ofrece una renovación y una respuesta contundente. En Finlandia, por ejemplo, se han implementado videojuegos educativos para enseñar civismo, logrando un 45% más de retención de conceptos clave entre los alumnos de secundaria. La clave está en la verdadera inclusión: tanto colegios públicos como privados deben tener acceso a estas herramientas. No puede haber ciudadanos de primera y segunda clase, dado que la reconstrucción democrática necesita empezar por el acceso equitativo a la educación y al conocimiento cívico.
Diseñando una app tipo Duolingo para la educación cívica
Imaginemos una aplicación con la estética de Duolingo, pero dedicada a formar ciudadanos del siglo XXI. Esta app podría ofrecer:
- Módulos de aprendizaje sobre historia, Constitución, derechos humanos y deberes ciudadanos.
- Desafíos interactivos, como debates virtuales y votaciones simuladas
- Sistema de recompensas con estrellas y niveles de ciudadanía.
- Foros para compartir ideas y discutir decisiones públicas.
Si Duolingo logró que millones aprendieran idiomas con constancia, ¿por qué no podríamos hacer lo mismo con los valores democráticos? Una herramienta así no solo educaría: crearía comunidades empoderadas.
Democracia digital y transparencia
La tecnología, bien utilizada, puede fortalecer la democracia y esto es algo que tenemos que interiorizar los que queremos ver a Venezuela retomar su rumbo. Por ejemplo, Estonia, ha sido pionera en implementar votación electrónica con altos estándares de seguridad, lo que ha aumentado la participación y la confianza en el sistema electoral. Su sistema permite votar desde casa, con identidad digital validada por el Estado y con tecnología blockchain que es garantía de que no habrá fraude.
En España, plataformas como “Decidim” permiten a los ciudadanos participar activamente en la formulación de políticas públicas. Se pueden proponer ideas, votar prioridades y hacer seguimiento del impacto de cada acción gubernamental. Este tipo de herramientas, abren nuevos caminos hacia democracias más directas, transparentes y más adecuadas a la era digital que vivimos. La clave está en adaptar estos modelos a nuestras realidades, con acceso libre y acompañamiento pedagógico.
Valores esenciales para una sociedad democrática avanzada
La nueva Venezuela que será profundamente democrática, libre y próspera, requerirá de ciudadanos críticos, participativos y éticos. La gamificación puede cultivar estos valores desde temprana edad, de forma sostenida, acelerada y significativa. Estudios del Banco Mundial muestran que las sociedades con altos índices de compromiso cívico tienen mejores indicadores económicos, menor corrupción y mayor resiliencia institucional. Apostar por la formación democrática no es solo un deber moral, es una inversión estratégica, especialmente cuando el reto de los venezolanos es recuperar a un país completamente devastado en todos los aspectos.
Democratizar a Venezuela jugando: un recurso inteligente
La gamificación cívica y democrática ofrece oportunidades sin precedentes para revitalizar la educación ciudadana y reconstruir el tejido democrático desde sus cimientos.
El reto es implementar estas estrategias de forma real, con visión y voluntad política y creo que todos los venezolanos honestos y de bien, estamos dispuestos a aportar todo lo que tenemos y lo que hemos aprendido a esta nueva Venezuela que ya no podemos dejar de soñar libre porque si algo no pudieron robarnos es la esperanza. Debemos, entonces, estar listos para contribuir desinteresadamente con este bello proyecto país y hay que ir ya creando diversas apps disruptivas y realmente eficaces e innovadoras que enseñen valores democráticos, historia, ciudadanía y maneras de impulsar las libertades y la prosperidad. ¿Estamos preparados para formar maestros que enseñen con videojuegos y simulaciones? ¿Podremos convertir la apatía en acción y el desencanto en liderazgo? Estoy segura de que si y el momento es ahora, donde con el desarrollo de estas apps de gamificación, podremos fomentar la restauración de una Venezuela que debe ser digna e inclusiva en donde habrá ciudadanos prósperos, responsables y sobre todo, libres para expresarse siendo así, completamente capaces de hacer todos sus sueños realidad con un Gobierno que les dará todas las herramientas para que lo anhelado se pueda materializar.
Dayana Cristina Duzoglou Ledo
X: @dduzoglou
e-mail: dduzoglou@gmail.com
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